Piernas no responden al caminar
La pierna cedió cuando me puse de pie
La claudicación es una condición común en la que se produce dolor en las piernas con el ejercicio debido a una reducción de la circulación. La causa es el endurecimiento de las arterias, también conocido como aterosclerosis. El síntoma más común es un dolor parecido a un calambre que se produce en los músculos de la pantorrilla al caminar. También pueden verse afectados los músculos de los muslos y las nalgas. Tras un breve descanso, el dolor desaparece y se puede volver a caminar. La distancia que se recorre en llano (sin subir cuestas) antes de que aparezca el dolor sirve de guía para determinar la gravedad de la enfermedad. Durante la marcha, los músculos de las piernas utilizan más oxígeno, que es suministrado por la sangre que circula. Si el suministro se reduce, el oxígeno se agota y los músculos se vuelven dolorosos. Tras un descanso, los niveles de oxígeno vuelven a la normalidad y es posible volver a caminar.
Con los síntomas anteriores y un examen de los pulsos en la pierna (débiles o ausentes) a menudo es posible diagnosticar la claudicación sin necesidad de realizar ninguna prueba. Para confirmar el diagnóstico, se puede medir la presión sanguínea en las piernas con un doppler, en reposo y después de caminar en una cinta rodante.
Incapacidad repentina para mover las piernas
Caminar suele promocionarse como un ejercicio perfecto para mejorar múltiples aspectos de la salud. Pero, ¿qué ocurre si caminar provoca dolor en las piernas? Mucha gente se encoge de hombros ante el dolor de piernas al caminar como una parte normal del envejecimiento. Sin embargo, en algunos casos, es el signo de la enfermedad arterial periférica (EAP), que puede poner en riesgo la salud del corazón y del cerebro. Aunque la arteriopatía periférica no suele ser hereditaria, es más probable que se produzca a medida que se envejece o entre personas que fuman o tienen la tensión arterial alta, el colesterol elevado o la diabetes.
Las personas que padecen arteriopatía periférica tienen depósitos de grasa en las arterias fuera del corazón, sobre todo en las piernas. El dolor se debe a que estos depósitos bloquean el flujo sanguíneo a los músculos, impidiendo que funcionen correctamente.
Los calambres y el dolor en las pantorrillas, los muslos, las caderas o las nalgas que experimentan las personas con EAP durante el movimiento se denominan claudicación intermitente. Es diferente de las agujetas relacionadas con el ejercicio, porque sólo se producen durante el movimiento y cesan tras breves periodos de descanso, dice el Dr. Pradhan. Las molestias musculares causadas por el ejercicio duran horas o días después de una sesión de ejercicios, y pueden seguir doliendo tanto si te mueves como si te quedas quieto.
Incapacidad repentina para caminar en personas mayores
Los pacientes con debilidad funcional experimentan síntomas de debilidad en las extremidades que pueden ser incapacitantes y aterradores, como problemas para caminar o una “pesadez” en un lado, la caída de cosas o la sensación de que una extremidad no se siente normal o “parte de ellos”.
Para el paciente y el médico, a menudo parece que se ha sufrido un derrame cerebral o que se tienen síntomas de esclerosis múltiple. Sin embargo, a diferencia de estas enfermedades, en la debilidad funcional de las extremidades no hay daños permanentes en el sistema nervioso, lo que significa que puede mejorar o incluso desaparecer por completo.
Cuando se les examina, el médico suele encontrar un patrón de debilidad típico de estos problemas y no encuentra cambios en los reflejos u otros indicios de una enfermedad neurológica estructural (como el ictus).
Esto se debe a que en la debilidad funcional todas las partes del sistema nervioso están ahí, sólo que no están funcionando correctamente, de modo que cuando intentas mover el brazo o la pierna no lo hace tan bien como debería.
Su médico puede encontrar signos físicos específicos de debilidad funcional cuando le examine y hacer el diagnóstico de la misma manera que lo haría con una enfermedad como la migraña (que tampoco tiene una “prueba”).
Sensación de debilidad en las piernas al caminar
Muchas personas con EM tienen algunas dificultades para caminar, que pueden deberse a diferentes causas. Los tropiezos pueden ser uno de los primeros síntomas que se perciben. Sin embargo, aunque los problemas para caminar son habituales en la EM, pueden tener otra causa, por lo que es importante que se deje asesorar por un profesional de la salud.
En la EM, muchos de estos problemas están causados inicialmente por una conducción nerviosa lenta o alterada, que puede hacer que sus músculos se sientan débiles o sufran espasticidad o rigidez. Las instrucciones del cerebro a las piernas y la retroalimentación sensorial del cuerpo pueden verse afectadas. Esto hace que la coordinación de los movimientos musculares sea más difícil y requiera más concentración. Algunas personas con EM tienen más problemas para caminar cuando intentan hacer otras cosas al mismo tiempo.
Otros síntomas de la EM también pueden tener un gran impacto en la marcha. Si su visión es borrosa o doble, o tiene alterada la percepción de la profundidad, puede resultarle difícil colocar los pies con precisión o juzgar los escalones y los bordillos. Los problemas de equilibrio, los mareos y los temblores pueden afectar a la marcha y también el dolor. Es posible que te sientas menos seguro o que te sostengas de forma incómoda al caminar para reducir el dolor en otras partes del cuerpo. Estos hábitos posturales pueden producir problemas en cadena. Caminar así requiere más esfuerzo, lo que puede contribuir a la fatiga, y sostener el cuerpo de forma torpe puede forzar otras articulaciones y causar daños a largo plazo.